Dirigida por Sean Penn, está película tiene una gran ambientación y una muy buena puesta escena, diseñados para que el público no quiera estar en otro lugar más que en lo salvaje, alejar la mente de las cuestiones ordinarias que hacen la vida del siglo XXI. Es como si vieran un documental de NatGeo pero con calidad cinematográfica y con una historia evocadora. Christopher McCandless (Emile Hirsch) quiere escaparse del mundo para encontrar su verdadero yo. Quiere abandonar todas las mentiras, blancas, grises o negras, bajo la sombra de las cuales creció. Para hacerlo, no escatima en nada: abandona hasta su nombre.
Emile Hirsh se luce en este guión, sobre todo por el empeño que tuvo que haber puesto para que el personaje se vea como lo ví, ya dos veces. Sus cruces con los demás personajes de esta historia van entretejiendo un lagrimoso néctar en nuestra retina que terminarán petrificándose con el desenlace de la historia, con la obtención de la sabiduría.
La música contribuye en gran parte a que querramos entender y seguir a Chris por sus viajes. Eddie Vedder sólo tuvo que poner un poco de su voz, y con tenues guitarras sonando en el fondo, todo cobra vida.
Cada vez que recuerdo todo lo que me produce ver una película, entiendo cómo es que alguien busca tener un película, más allá del alquiler en el video club o de haberla visto en el cine. Con la música que compramos, quizá sea igual, aunque más indirecto. Uno cuando reproduce la música, o la película, no está sólo reproduciendo sonidos en el reproductor o frames en el video. También reproduce frames en su mente, y emociones en ese lugar que tanto nos gusta llamar corazón. Y, créanme, querrán seguir reproduciendo lo que sea que evoque Into The Wild en ustedes por mucho tiempo.
Vídeo de Hard Sun, de Eddie Vedder, OST de la película
IMDB
"El de Beethoven, debe haber sido el silencio más ruidoso de la todos los tiempos..." 
